Llámalas "las diez libertades" Éxodo 20:6 Pero muestro misericordia por mil generaciones a los que me aman y guardan mis mandamientos. Hernán el cangrejo se lanzó furiosamente a través del fondo del mar y fue a parar debajo de la roca de su familia. — ¡Quiero ser libre! —gritó—. No sé por qué me hacen usar este grotesco caparazón 24 horas por día. Me siento atado, estoy atrapado. Federico, su papá, le colocó una de sus pinzas sobre el hombro. Hernán puso cara de víctima. —Hijo —le dijo su papá—, te quiero contar un cuento. — ¿Otro cuento? —Se trata de Haroldo, el humano —continuó Federico—. Haroldo estaba empecinado en ir a la escuela descalzo. Se quejaba de que los zapatos le apretaban demasiado. Por fin, su mamá accedió a sus deseos. Haroldo salió brincando de su casa, y pisó el vidrio de una botella rota. Le tuvieron que poner 20 puntos, y le dieron a otro chico su lugar en el equipo de fútbol.