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Una cura rápida

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Curan la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz. Jeremías 6:14 El Señor... sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas. Salmo 147:2-3 Al final del día me hice una profunda herida con el filo de una herramienta. Tenía prisa; una cura rápida debería bastar para proteger la herida... Pero pronto la infección se extendió bajo este vendaje improvisado. A menudo sucede lo mismo en el ámbito espiritual. La herida hace referencia al pecado que nos alcanza a todos. Podemos vendarla ligeramente, para tratar de disciplinarnos y de escoger mejores orientaciones. También podemos confiar en una religión que promete una paz que descansa en diferentes creencias de ciertos jefes religiosos. O incluso podemos esforzarnos en olvidar el problema, al igual que una venda esconde una herida. Pero el profeta Jeremías concluye: “No hay paz”. El remedio es incluso peor que el mal, pues favorece la propagación de la infección. Quizá tratemos de convencernos de que