Cristo Para las Naciones

No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Las Escrituras están llenas de advertencias acerca del auto-engaño. Santiago 1:26 nos recuerda que nos engañamos si pensamos que somos religiosos pero no refrenamos nuestra lengua. No hay nada que aflija a Dios más que cuando hablamos mal en lugar de edificar con nuestras palabras. Nunca debemos utilizar nuestra lengua para desanimar a otros. En lugar de eso debemos edificar a otros con lo que decimos y por lo tanto dar gracia a los que nos escuchan. Si tu lengua está fuera de control, te estás engañando al creer que tienes una buena vida espiritual. También nos engañamos cuando pensamos que no cosecharemos lo que hemos sembrado (Gal 6:7) Como cristianos a veces pensamos que estamos exentos de este principio, pero no es así. Aunque nuestros pecados están perdonados, tenemos que vivir con los resultados y consecuencias de nuestros pensamientos, palabras y acciones ya sean buenas