El instructivo ----- Salmo 119:11
Salmo 119:11 En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti. No haces más que soñar con el día de tu cumpleaños en que tendrás la edad para obtener tu licencia de conductor. Te imaginas tener tu propio auto, con las ventanillas abiertas y disfrutando de la brisa. Te ves paseando por el pueblo con tus amigos en un auto flamante, y tú detrás del volante. Lo primero que haces es presentarte a la oficina que otorga las licencias y te pones en fila, ansioso por salir de allí con tu propia licencia. La señorita Engranaje, una empleada amable, te entrega una hoja de papel. —Toma asiento a la mesa, contesta las preguntas y devuélveme la hoja cuando la hayas completado. Parece fácil, piensas.