La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden.
(Juan 14:27)
Vivimos en un mundo inquieto y competitivo en el que casi siempre necesitamos tomar una postura y defenderla. Eso nos genera estrés y cansancio.
Cuando Jesús declaró esas palabras del versículo a los discípulos, él estaba pasando por un gran momento de persecución y tribulación. En medio de ese escenario angustiante Jesús derramó su paz.
Solamente Cristo puede extender la paz en medio de la guerra. Solo él nos puede dar la paz que excede a todo entendimiento y calmar nuestro espíritu. La paz que el mundo da es inconstante y pasajera, pero la paz de Dios es reconfortante y eterna.
Recibe la paz de Dios y calma tu corazón: ¡el que venció al mundo está de tu lado!
Recibe la paz de Dios:
Dios nos dio acceso a su paz, búscalo a través de la oración. Derrama tus miedos y angustias ante Dios. Solo él puede confortar nuestro corazón.
La Palabra de Dios alienta el alma y nos da dirección. Nuestro corazón se tranquiliza cuando siente que Dios va guiando. Busca la Palabra de Dios.
Para orar:
Señor Jesús, solo tu paz puede calmar mi alma. Confío en tu poder y en tu Palabra. Quiero disfrutar de tu paz, derrama tu Espíritu sobre mí. En tu poderoso nombre, amén.
Yo iré delante de ti Isaías 45:2
Yo iré delante de ti "Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugares torcidos; quebrantaré puertas de bronce, y cerrojos de hierro haré pedazos." Esto estaba dirigido a Ciro; pero es para siempre la herencia de todos los propios siervos espirituales del Señor. Sólo hemos de seguir adelante por fe, y nuestro camino será allanado para nosotros. Las torceduras y las curvas de la astucia humana y de la sutileza satánica serán enderezadas para nosotros; no necesitaremos pisar sus tortuosos recovecos. Las puertas de bronce serán quebrantadas, y los cerrojos de hierro que las aseguran serán hechos pedazos. No necesitaremos arietes ni barras de hierro: el propio Señor hará lo imposible por nosotros, y lo inesperado será un hecho. No hemos de quedarnos paralizados, sumidos en un miedo cobarde.
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