El objetivo de nuestra vida

En aquel tiempo estabais sin Cristo... sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. 
Efesios 2:12-13 


El objetivo de nuestra vida 


Los riesgos económicos, materiales y biológicos no son los únicos a los que estamos expuestos. ¡El riesgo más grande para cada ser humano es el de vivir ignorando a Dios! ¡Este es precisamente nuestro problema hoy en día! Una vida sin Dios es un fracaso.
 ¿Quién podría dar sentido, valor y un objetivo a nuestra vida, sino Aquel que nos creó? “Sin Dios en el mundo”: desde la catástrofe original, la desobediencia de la primera pareja, Adán y Eva, en el huerto de Edén, 
esta es la condición de todo hombre desde su nacimiento. La gravedad de esta situación se hace todavía más clara si recordamos que una vida sin Dios conduce inevitablemente a una eternidad lejos de él; el versículo de hoy dice claramente: “sin esperanza”. 

 ¿Esta es la última palabra de Dios? ¿Tenemos que quedarnos ahí? ¡Gracias a Dios que no es así! Jesucristo, el Hijo de Dios, vino al mundo para llamar a los pecadores al arrepentimiento. Es indispensable que haya una conversión radical, pues el camino que todo hombre escoge de forma natural lo aleja cada vez más de Dios. Pero

 “Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” 

(1 Pedro 3:18). Solo una vida vivida con él vale la pena ser vivida, nos da una esperanza real y nos conduce a un objetivo seguro. Jesús, el buen Pastor, dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas” 
(Juan 10:10-11).

 

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