¿Quién será tu todo



2 Tesalonicenses 2:16, 17 Y el mismo Señor nuestro Jesucristo, y nuestros Padre Dios quien nos amó... anime vuestros corazones y os confirme en toda obra y palabra buena.
Es un sábado a la tarde y el fuerte sol del verano golpea con furia el parquecito frente a la casa de Raquel. Raquel ve allí a dos de sus antiguas amigas jugando. La palabra principal aquí es "antiguas". Es como decir "ya no lo son". Le gustaría acercarse y tratar de jugar con ellas, pero está segura de que la ignorarán.
Hace un par de años, las seis chicas que vivían en la misma calle eran grandes amigas. Después, dos de ellas se mudaron. Una tercera va y viene entre la casa del papá y la de la mamá desde que sus padres se divorciaron. Las dos que quedaron son muy deportistas. Una practica gimnasia y la otra juega al fútbol. Ambas la hacen sentir despreciada.
Raquel se pregunta si Dios se enojaría con ella si le rogara que enviara un aguacero sobre el parquecito, y hasta quizá un relámpago. En cambio, suspira y le dice a Dios: Qué lío es tratar de tener amigas. No sé por qué me preocupo.
La verdad es que Dios ha puesto en cada uno de nosotros la necesidad de tener amistades cercanas. Pone en nuestra vida a otras personas como una manera de satisfacer esa necesidad. Pero llenar esa necesidad empieza y termina con Jesús. Él tiene todo lo que jamás pudiéramos desear en un amigo especial.

Entendamos bien algunas realidades básicas.

Jesús quiere tener una amistad contigo. Jesús está a la espera y listo para tener una relación cercana y personal contigo.

Jesús piensa que eres maravilloso. Jesús piensa que eres único y especial. No eres común, aburrido ni mediocre.

Jesús te quiere. Cuando te sientes desanimado, a Jesús le importa. Cuando tu vida es emocionante, disfruta contigo cada instante. Comparte tus alegrías y tus tristezas.

Jesús te invita a contarle todo lo que te sucede. Nadie conoce tus pensamientos y sentimientos más profundos y secretos mejor que Jesús. Él está contento cuando le muestras lo que escondes de todos los demás y compartes con él tus pensamientos más íntimos.

Como todo el mundo, tendrás días en que mirarás con melancolía por la ventana y te preguntarás si en realidad tienes amigos. Entonces puedes abrirle tu corazón a Jesús, seguro de que te escucha y que sabe guardar un secreto. Cuéntale tus sueños y anhelos, y ten por seguro que comprende lo que le quieres decir. Jesús es el amigo con el que siempre puedes contar.



Por Josh McDowell



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