LAS BIENAVENTURANZAS DEL MONTE
MATEO 5

Ser bienaventurado es ser feliz por la recompensa de Dios que viene no por portarse bien, sino por ser como Jesús y por responder con fe a sus demandas.
Las bienaventuranzas son los principios o valores del reino de Dios; es el espíritu del evangelio.
Cada bienaventuranza es un rasgo del carácter de Cristo y una huella de su obra en la vida de sus discípulos.
La cultura de los pueblos está basada en la sabiduría de este mundo, y por eso, no nos sirve para poder vivir como un pueblo santo. En cambio, las bienaventuranzas sí nos permiten vivir como personas regeneradas.
La cultura enfoca lo externo y las bienaventuranzas la vida interior. El mundo dice: “Cuanto tienes, cuanto vales”; Cristo dice: “El que pierda su vida, la salvará”. El valor del mundo está en las cosas, por eso se afana por comprar; el valor del evangelio está en la justicia por eso se afana por compartir y vivir por fe.
La cultura conduce a los hombres a aferrarse a este mundo corrupto. Las bienaventuranzas desapegan a los hombres de este mundo y lo prenden al Padre.
El mundo, celebra y glorifica la cultura, y desprecia las bienaventuranzas. Por eso, el mundo no conoce la felicidad.
La iglesia, abraza las bienaventuranzas y sólo rescata los verdaderos valores de las culturas.
La felicidad es obra del Espíritu de Cristo, y de ninguna manera es producto del temperamento ni de la mentalidad de un pueblo o de una raza.
Hay una secuencia espiritual en el orden de las bienaventuranzas. La primera es la clave para todas las demás. Pues, simplemente, si no se es “pobre en espíritu”, no puede uno pertenecer al reino de los cielos.
BIENAVENTURADOS LOS POBRES EN ESPIRITU, PORQUE DE ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS
Lo que NO es ser “pobres en espíritu”:
-No es ser pobre económicamente porque la espiritualidad nada tiene que ver con lo terrenal o material
-No es ser descuidados en nuestro arreglo personal. La apariencia o imagen de Cristo no fue lamentable
-No es ser indecisos ni carentes de visión, debemos saber lo que queremos y tomar decisiones
Lo que significa ser “pobres en espíritu”:
Como esto salió de los labios de Cristo tenemos que entenderlo primero a la luz de la mente y el estilo de vida de Cristo.
-Significa, no hacer nada fuera de la voluntad del Padre (Jn.5:19,30)
-Significa, cumplir la misión y el propósito para el cual estamos vivos (Mrc.10:45 Jn.17:1-4)
-Significa, ser abnegado (Jn.12:24-26 Lcs.14:26-27,33)
-Significa, auto-despojo (Fil.2:5-8 Rm.5:6-11)
-Significa, temer a Dios (Hb.5:7)
Conclusión (Sofonías 3:11-13)
Llamamiento a confiar, depender y servir a Dios
BIENAVENTURADOS LOS QUE LLORAN, PORQUE ELLOS RECIBIRAN CONSOLACION
El mundo tampoco puede entender esta segunda bienaventuranza, puesto que el mundo a toda costa trata de evitar el dolor.
El mundo promueve el placer y con el placer el descuido de las obligaciones. El mundo crea y fomenta el placer para inhibir el dolor, pero no lo quita. Sólo sirve como un engañador, porque el problema y la raíz del problema no lo quita.
Así como ninguno que no conoce a Cristo no puede ser “pobre en espíritu”, así también, ninguno que no se ha arrepentido ni convertido a Cristo puede tener este llanto bienaventurado.
La experiencia que tenemos como pecadores de encontrarnos con nuestro misericordioso salvador nos capacita para cumplir esta bienaventuranza.  Así, pues, el llanto bienaventurado no es cualquier tipo de llanto, es un llanto con connotación espiritual.
¿Qué es lo que nos hace llorar que nos hace bienaventurados? ¿Qué hizo llorar a Cristo? ¿Qué hizo llorar al apóstol Pablo? ¿Qué hizo llorar al profeta Isaías? ¿Qué es lo que estruja el corazón al punto del llanto que es capaz de captar la atención divina?
Primero que nada es preciso establecer que, debemos ver el pecado como el Señor lo ve. El Señor ve al pecado como rebelión, injusticia, necedad, maldad e impiedad. Por tanto, si queremos llorar como Cristo, no debemos justificar el pecado ni minimizarlo.
Otra consideración que debemos hacer es reconocer que el pecado trajo y sigue produciendo desdicha, insatisfacción e infelicidad, para así aborrecerlo siempre.
“Los que amáis al Señor, aborreced el mal” (Sal.97:10 Comp. 119:163; Pr.13:5; Am.5:15, etc.). Por este principio el impío no puede ser bienaventurado, pues el mundano dice:”Comamos y bebamos que mañana moriremos”, en otras palabras: “Ya que vamos a morir, mientras estemos vivos, pequemos hasta el hastío”. Esta falta de temor santo, lo elimina de esta bienaventuranza porque nunca tendrá el quebrantamiento necesario para arrepentirse. Y es que, el llanto es inevitable cuando nos hallamos frente a la santidad de Dios y descubrimos que no somos buenos y que no merecemos nada, y aún así el Señor pagó el precio de nuestra redención por amor.
El profeta Isaías describió a Jesucristo como “Varón de dolores, experimentado en quebranto” (Is.53), y los evangelios lo muestran llorando frente a la tumba de Lázaro (Jn.11:35) y llorando por la triste y lamentable condición espiritual de Jerusalén (Lcs.19:41-44).
Jesús llegó a Betania, 4 días después de haber muerto Lázaro, precisamente para resucitarlo, pero lloró frente a su tumba porque ahí pudo ver la consecuencia final del pecado. Pues, el pecado trajo la muerte y la muerte, la desdicha, el dolor y el llanto.
Y lloró por Jerusalén, al ver cómo ésta, su tierra, “los suyos” al rechazarle, rechazaban la felicidad y atraían sobre ellos desgracia y destrucción.
La exhortación a los Hebreos dice de Cristo en 1:9 “Has amado la justicia y aborrecido la impiedad, por lo cual, Dios, tu Dios te ha ungido con óleo de alegría más que a tus compañeros” (comp.. Sal.45:7).
Jesús no hizo milagros para hacerse popular o famoso, los hizo porque para El sacar a una persona o familia de la desgracia o fatalidad, era liberarla de los tentáculos poderosos del pulpo llamado pecado.
El apóstol Pablo también lloró por el pecado y los estragos que éste causa al hombre (Rom.7:18-25).
Pablo dijo que lo peor que nos había pasado con la caída del primer Adán fue que el pecado se pegó tanto a nosotros que llegó a formar parte de nuestra naturaleza y constitución como seres humanos, que ahora lidiamos con una lucha interior antagónica, desconcertante y terrible, pues el pecado dentro de nosotros, en nuestra carne nos traiciona, nos manipula y nos limita en todo lo bueno que queremos hacer. Por eso llega a decir:”¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte?”
Isaías también conoció esta realidad en su experiencia espiritual personal. El día que tuvo la visión de la gloria del Señor en el templo dijo: “¡Ay de mí que soy muerto! Porque siendo hombre inmundo de labios y habitando en medio de un pueblo de labios inmundos, han visto mis ojos al rey Jehová de los Ejércitos”. Su condición espiritual le trajo un profundo dolor en su corazón.
Pero, tanto Pablo como Isaías no exclamaron al viento, su llanto desgarrador fue oído por el Señor quien rápidamente dio solución a su necesidad espiritual personal.
Isaías 6:6-7 “Entonces voló hacia mí uno de los serafines con un carbón encendido en su mano, que había tomado del altar con las tenazas; y con él tocó mi boca, y dijo: He aquí, esto ha tocado tus labios, y es quitada tu iniquidad y perdonado tu pecado”
Romanos 7:25 “Gracias a Dios por Jesucristo Señor nuestro”
La promesa y dicha de esta bienaventuranza es: “Porque ellos RECIBIRAN CONSOLACION”
El pecador que es redargüido por el Espíritu Santo y conducido al arrepentimiento, en ese momento de su conversión es consolado porque también el mismo Espíritu Santo y la palabra del Señor le muestra que ya Cristo pagó por sus pecados y lo único que tiene que hacer es darle gracias, confiar en El y obedecerle el resto de su vida.
Pero, no sólo somos consolados el día de nuestra conversión a Cristo, sino todo el tiempo de nuestro andar con Dios en que somos quebrantados. Y eso que nos consuela es la gloria futura.
En Romanos 8:18-25 “Considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada. Porque el anhelo profundo de la creación es aguardar ansiosamente la revelación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sometida a vanidad, no de su propia voluntad, sino por causa de aquel que la sometió, en la esperanza de que la creación misma será también liberada de la esclavitud de de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios. Pues sabemos que la creación entera a una gime y sufre dolores de parto hasta ahora. Y no sólo ella. Sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, aun nosotros mismos gemimos en nuestro interior, aguardando ansiosamente la adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza hemos sido salvos, pero la esperanza que se ve no es esperanza, pues, ¿por qué esperar lo que uno ve? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos”
BIENAVENTURADOS LOS MANSOS, PORQUE ELLOS RECIBIRAN LA TIERRA POR HEREDAD
Ser manso no es ser apático o indiferente a los problemas familiares o sociales de su en torno.  Tampoco es sinónimo de tener un carácter débil que no puede hacer frente a un desacuerdo o ante las malas obras de algunas personas.
Ser manso no significa estar siempre de acuerdo con la gente por miedo o culpa.
La mansedumbre que aquí es bienaventurada no es genética ni biológica, es una virtud que produce el Espíritu Santo en aquellos que de continuo se doblegan ante la majestad del rey de reyes, Cristo Jesús (Gál.2:20 ; 5:23)
El mundo se burla de esta mansedumbre porque la considera nada (1Co.1:28). El mundo exalta la soberbia y glorifica el choque y la violencia, por eso se burla de los mansos (Mt.27:39-44)
Una persona mansa es una persona que tiene mucha fuerza, firmes convicciones y un carácter de guerrero; pero, a la vez es templada, sabia, ecuánime y dueña de sí misma, nunca víctima de su propia fuerza o posibilidades. Moisés ratifica esto (Nm.12:3)
Es tanta la fuerza de los mansos que mueven la mano de Dios y tienen su gloria en todo cuanto hacen porque también tienen la virtud de saber escucharlo y obedecerlo. Se someten voluntaria y gozosamente a sus designios aunque algunos suenen ilógicos (Pr.13:13). Ahí están Abraham, Josué, Gedeón y David para testificarlo
Las personas mansas saben cómo calmar la tempestad al punto cero, sin comprometer sus principios ni regalar nada al enemigo. Son héroes de verdad. Ahí está Cristo nuestro modelo (1Pd.2:21-24 Is.53:7 Zac.9:9)
La mansedumbre es prima hermana de la sabiduría (Ecl.10:1) y colabora para la unidad del cuerpo de Cristo (Ef.4:2 Gál.6:1 Stgo.3:13 Col.3:12 1Tm.6:11)
La recompensa de los mansos, el ser dueños de la tierra, es lo que busca con tanto afán el mundo a través de la fuerza del poder, de la inteligencia, de la avaricia o el dinero
Pero para ser dueños de la tierra hay que ganar primero el cielo (Mt.5:3,4 ; 11:29)
Uno posee la tierra cuando uno tiene la autoridad del cielo (Mt.7:29 10:1 21:23 Jn.3:2 5:27 1Pd.3:22)
Y finalmente, uno posee la tierra si realmente uno está disfrutando de las bendiciones del Señor (Sal.37:11 Pr.1:33 3:17 8:18-21 17:1 Sal.4:8)
BIENAVENTURADOS LOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED DE JUSTICIA, PORQUE ELLOS SERAN SACIADOS
El ser humano está hecho por Dios para tener “hambre y sed”, sólo que algunos lo expresan en cosas y de las maneras que los perjudican.
Dios nos hizo con estas necesidades en lo físico (orgánico) y en lo espiritual. Y aún así, no por eso, cualquier elemento va a satisfacer nuestra hambre y sed física, ni cualquier idea, creencia o práctica va a satisfacer nuestro ser interior
El “hambre y sed” que son bienaventuradas aquí, no es el “hambre y sed” del cuerpo, sino el “hambre y sed” del espíritu humano hecho para tener comunión con Dios.
Esta “hambre y sed” comienza cuando el hijo de Dios se da cuenta que la naturaleza pecaminosa que en él hay no lo deja depender, obedecer y servir cien por ciento al Señor. Entonces llora y manifiesta el deseo de verse liberado del pecado de una vez y para siempre
Esta “hambre y sed” se incrementa cuando anhelamos seguir siendo transformados y restaurados a la imagen y semejanza del varón perfecto, Cristo Jesús
Así, pues, esta “hambre y sed” es por la necesidad de “ser” justo como nuestro Señor Jesucristo.
Pero, muchos el día de hoy quieren “hacer” justicia a los campesinos, pobres, viudas, desempleados, desamparados, indigentes, enfermos, estudiantes y mujeres que han sido objeto de violación de algún derecho. Y quieren “hacer” justicia, sólo impulsados por una reflexión cerebral basada en algunos hechos reales. Pero no reparan en el hecho que ellos mismos están faltando a la justicia al menospreciar el reto de “ser” justos. Porque para “hacer” justicia, primero debemos “ser” justos. Y sin Cristo, sin el perdón del Padre ni la regeneración del Espíritu, nadie puede “ser” justo
Ahora bien, esto de nada sirve si no se comprende bien a bien ¿qué significa tener “hambre y sed”?
Tener “hambre y sed” no es sólo tener un buen deseo o un gran anhelo como producto de una seria reflexión.
Quien verdaderamente siente “hambre y sed”, experimenta literalmente el dolor, la desesperación y la muerte que lo hará emprender una acción que traerá un cambio radical a su vida, tal cual le pasó al hijo “pródigo” y a la mujer samaritana
Pero esa “hambre y sed” por “ser” justo y verse libre de pecado, no debe quedar en una sola experiencia en la vida, sino debe ser una experiencia que se siga repitiendo de manera constante y en aumento
El apóstol Pablo creía y enseñaba que la salvación es por gracia, pero que no por eso el cristiano ya no deba esforzarse, sacrificarse o dejar de perseverar. Eso siempre se lo recalcó a las iglesias de su tiempo y sobre todo a su hijo espiritual, Timoteo. Constatémoslo
“Pelea la buena batalla” (1Tm.1:18)
“Nutrido con las palabras de la fe” (1Tm.4:6)
“Disciplínate a ti mismo para la piedad” (1Tm.4:7)
“Trabajamos y nos esforzamos, porque hemos puesto nuestra esperanza en el Dios vivo” (1Tm.4:10)
“No descuides el don espiritual que hay en ti” (1Tm.4:14)
“Persevera en estas cosas, porque haciéndolo asegurarás la salvación” (1Tm.4:16)
“Sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la perseverancia y la amabilidad. Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna” (1Tm.6:11-12)
“Aviva el fuego del don de Dios que hay en ti” (2Tm.1:6)
“Participa conmigo en las aflicciones por el evangelio” (2Tm.1:8)
“Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia” (2Tm.2:1)
“Sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo” (2Tm.2:3)
“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado” (2Tm.2:15)
“Que se aparte de la iniquidad todo aquel que invoca el nombre del Señor” (2Tm.2:19)
“Pero tú, sé sobrio en todas las cosas, sufre penalidades” (2Tm.4:5)
“He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe” (2Tm.4:7)
BIENAVENTURADOS LOS MISERICORDIOSOS, PORQUE ELLOS ALCANZARAN MISERICORDIA
¿Qué es ser misericordioso?
Es poseer la misericordia de Dios y ser un instrumento de ella para el beneficio de muchos. Pero, para poder tener la misericordia de Dios que uno va a dar a otros, primero uno debió haberla conocido y experimentado dejando la altivez para humillarnos ante el soberano Dios; así como haber sido quebrantados por ver que dentro de nosotros hay tinieblas todavía; pero pese a esta lucha interior, colaboramos con Dios crucificando el ego y sometiéndonos a su voluntad y a la guianza de Su Espíritu porque tenemos hambre y sed permanente de ser como Cristo. Por lo que, sin esta experiencia espiritual personal es imposible dar misericordia.
Santiago 5:11 “…tenemos por bienaventurados a LOS QUE SUFREN. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto EL FIN DEL SEÑOR, que el Señor ES MUY MISERICORDIOSO y compasivo”
Santiago aquí, precisa dos cosas con respecto a los que sufren: (1)Son bienaventurados, y (2)el Señor es muy misericordioso con ellos.  Por tanto, la primera cosa muy importante que destacar aquí, es que la misericordia se aplica y fluye donde hay sufrimiento. Y segundo, que Santiago hace referencia concreta y directa al sufrimiento de Job. 
Sabemos que Job sufrió un ataque incisivo y feroz de parte del diablo; al cual Job no dio lugar ni se lo merecía; y aunque desconcertado y todo, Job soportó todo el peso de su dolor porque creía que Dios era el gestor de todas sus luchas; en medio de las cuales siguió confiando en la justicia y sabiduría de Dios. Por lo cual, Dios le dispensó su misericordia y por eso, el fin de todas sus luchas no fue conforme a la lógica, sino un fin repleto de milagros y bendiciones.
La misericordia de Dios toma al hombre en ruinas, lo limpia, lava, purifica, pule y lo llena de bendiciones.
En Lucas 10:30-37 Jesús presentó la historia de un viajero que cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron, lo hirieron y lo dejaron en el camino medio muerto. Pero un buen hombre de Samaria al verlo fue movido a misericordia, pues:
(1)vendó sus heridas, (2)le echó aceite y vino (las desinfectó y las suavizó), (3)lo subió al transporte, (4)lo trasladó a un lugar adecuado para su cuidado, (5)pagó los gastos, (6)dejó instrucciones para que lo cuidaran dignamente, y (7)se comprometió a sufragar todos los gastos a su regreso.
Así como este viajero que agonizaba en el camino, así estábamos también nosotros a causa del pecado, en la vil desgracia o ruina, entonces Cristo nos levantó, lavó con su sangre, sanó con su poder y restauró con su Espíritu, por pura misericordia.
¿Qué es ser misericordioso?
Misericordia es una palabra griega compuesta de dos vocablos: miseri (miseria) y cardía (corazón). Por tanto, misericordia es tener amor a la miseria
Ser misericordioso es levantar a los caídos, sin preguntar porqué cayeron; sanar sus corazones, cuidarlos y ponerlos nuevamente en el camino para que continúen su caminata con Dios
También es, perdonar a los que nos han ofendido o tienen alguna clase de deuda que no nos pueden pagar, pero lo reconocen y piden perdón (Mt.18:23-35 ; Ef.4:32 ; Stgo.2:13)
Perdonar es volver a tener aprecio y bondad a los que un día nos fallaron (Lcs.15:20-24)
Es siempre estar firmes en el camino y mantener nuestra integridad (2Co.4:1-2 Judas 24,25)
BIENAVENTURADOS LOS DE LIMPIO CORAZON, PORQUE ELLOS VERAN A DIOS
La limpieza que interesa al Señor no es la externa (la máscara), sino la del corazón (Comp. 1Sam.16:7 ; 1Cr.29:17)
EL CORAZON NO LIMPIO
Un corazón no puede estar limpio si no ha renunciado al egocentrismo, o si aún vive en la mediocridad espiritual del conformismo, o si persiste renuente en resistir el gobierno de Dios, o si hay indiferencia en ser como El, o si no se da misericordia a los que sufren.
Un corazón no está limpio, si no ha sido purificado de los malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios y blasfemias (Mateo 15:19)
EL CORAZON LIMPIO
Después del nuevo nacimiento viene el peregrinar con un corazón limpio hasta el último día de nuestras vidas, por la esperanza que tenemos de ver a nuestro Señor Jesucristo cara a cara (1Jn.3:2-3)
Pero, el corazón no se puede mantener limpio así porque sí, se conservará limpio entre tanto lo llenemos cada día de la palabra de Dios (Sal.37:31 ; 119:11), y estemos en constante oración (Salmo 141:4 ; 51:10)
EL VERDADERO DESAFIO
Nuestro verdadero desafío está en Amar a Dios con todo nuestro corazón (Mt.22:37), porque El se dio por nosotros sin reservas
Nuestro corazón no puede estar dividido ni vacilante amando a Dios y al mundo a la vez (Mt.6:19-24 ; 15:8 ; 1Jn.2:15-17 ; Stgo.4:4,8)
El primer paso para amar a Dios como El es digno es limpiarnos de toda contaminación pecaminosa y desarrollar el temor del Señor en nuestro corazón (2Co.7:1)
LA RECOMPENSA
“Ver a Dios” no puede compararse con nada, pues sencillamente El es lo único perfecto. La naturaleza de Dios es perfecta; el carácter de Dios es perfecto; la belleza de Dios es perfecta; El poder de Dios es perfecto; Su voluntad es perfecta y sus planes son perfectos.
Ver a Dios es ver la excelencia de la perfección, por eso, ver a Dios cara a cara es la promesa y premio para los de limpio corazón únicamente.
Si queremos este privilegio, mientras estamos vivos seamos santos a los ojos de Dios (Hb.12:14 ; Mt.5:48)
BIENAVENTURADOS LOS PACIFICADORES, PORQUE ELLOS SERAN LLAMADOS HIJOS DE DIOS
Qué decepcionante fue oír esto, para muchos judíos de aquellos días, que equivocadamente interpretaron que su Mesías prometido iba a ser un líder militar, un conquistador por la fuerza, un estadista materialista
Israel desde el tiempo de Saúl ha querido tener un tirano como gobernante y ha menospreciado el señorío de amor de nuestro Dios
Así, la monarquía reemplazó a la teocracia por la dureza de corazón del pueblo de Israel
El Señor es el único conquistador verdadero, porque primero y sobre todo conquista nuestros corazones.  Su propuesta es cambiarnos el corazón de piedra por un corazón de carne, pero no por la fuerza, sino voluntariamente
La intención de los milagros de Jesús no fue la de llamar la atención del pueblo para que lo erigieran en su rey.  El propósito de los milagros de Jesús era revelarles la naturaleza divina que había en El para que le oyeran y obedecieran a su voz.  Pero, el pueblo dijo: si puede hacer milagros, que nos haga el milagro de liberarnos del yugo de los romanos por la fuerza
Pero, en más de una ocasión Jesús les dijo: “Mi reino no es de este mundo; si no mis seguidores estarían peleando”
El Señor no vino para ser igual al mundo, ni siquiera para ser diferente de él, sino para redimirlo con su sangre. Porque el mundo no sólo lo rechazó, sino que lo hirió hasta quitarle la vida.  Pues, él no opuso ninguna resistencia, ni adoptó una postura contraria a sus enseñanzas; toda su vida, Jesús fue un pacificador, y murió como un pacificador. Por eso sus discípulos fueron impactados y transformados
Así que, su ejemplo transformó a sus discípulos. Los cuales, lo conocieron y vieron que nunca pecó y por eso pudo ser pacificador. Por eso, a su tiempo los discípulos no tuvieron de otra que despojarse del viejo hombre que estaba en su interior para que de esa manera ellos también pudieran ser pacificadores
Por lo tanto para que una sociedad tenga paz, armonía y progreso no requiere de más escuelas ni de más fuentes de trabajo, sino de más pacificadores, de más hijos de Dios
Una sociedad no es transformada en verdad, sino son transformadas las personas desde su interior. Y las personas no son cambiadas, sino hasta que se convierten en hijos de Dios y reciben la naturaleza de pacificadores
¿Qué es un pacificador?
Un pacificador no es el que siempre evita problemas, si por ello, sacrifica la verdad y la justicia.
Un pacificador tampoco es el que busca problemas y al final de todo comete injusticia
Un pacificador es el que promueve la reconciliación donde hay encono y enemistad o injusticia
Un pacificador es un héroe al cual no le importa sufrir con tal que la verdad haga libre a otros
Un pacificador no aborrece a los que aún permanecen en tinieblas y hacen atrocidades, porque sabe que el espíritu de Satanás opera en los hijos de desobediencia. Un pacificador, aborrece los hechos del impío, pero no a la persona, y ora por su conversión a Cristo, y lo inspira con su testimonio
Un pacificador es un siervo de Dios, no alguien como Giezi (el siervo del profeta Eliseo) que aprovecha la gracia de Dios para su propio bienestar. Un pacificador siempre busca la gloria de Dios
¿Por qué los pacificadores son llamados hijos de Dios?
Porque Dios es Dios de paz (Fil.4:9  Hb.13:20  2Tm.1:2  2Ts.3:16  Col.3:15
Si somos hijos de Dios, seamos hijos de paz, seamos pacificadores dejando que la naturaleza de Dios fluya en nosotros
BIENAVENTURADOS LOS QUE PADECEN PERSECUCION POR CAUSA DE LA JUSTICIA, PORQUE DE ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS
BIENAVENTURADOS SOIS CUANDO POR MI CAUSA OS VITUPEREN Y OS PERSIGAN, Y DIGAN TODA CLASE DE MAL CONTRA VOSOTROS MINTIENDO.
GOZAOS Y ALEGRAOS, PORQUE VUESTRO GALARDON ES GRANDE EN LOS CIELOS; PORQUE ASI PERSIGUIERON A LOS PROFETAS QUE FUERON ANTES DE VOSOTROS
Hoy, muchos sufren alguna clase de persecución, pero no son bienaventurados porque padecen por ser necios, insensatos, negligentes, difamadores, defraudadores, asesinos, traidores, apostadores o inmorales (1Pd.4:15)
El diablo y el mundo persiguen a Cristo y a todo el que es como Cristo y agrada a Cristo (2Tm.3:12 Fil.1:29 Mt.10:21-25)
El diablo y el mundo están en tinieblas y persiguen a Cristo y todo lo que huele a Cristo por ser la luz (Jn.1:5 ; 3:19-21 ; 2Co.6:14-18)
El diablo se ha vestido de religiosidad para perseguir a los que son guiados por Dios: Los fariseos y sacerdotes persiguieron a Cristo y también a Pablo; los falsos profetas persiguieron a Elías y a Jeremías.
El diablo también se ha vestido de político para perseguir a los hijos de Dios: Juan el Bautista primero fue encarcelado, y luego asesinado por Herodes; Daniel fue echado al horno ardiente, primero por el emperador de Babilonia, y luego, funcionarios del imperio Medo-Persa lo echaron al foso de los leones.
Los instrumentos de castigo y venganza que el diablo usa contra los siervos de Dios son: el despojo, las injurias, la tortura, la difamación, la cárcel y el martirio (Hchs.8:1 ; 2Co.6:5,8 ; 11:23 ; Ap.6:9-11).
Los cristianos que llevan grabado el carácter de Cristo en su espíritu y sus obras concuerdan con su carácter, inevitablemente el mundo los va a perseguir sin misericordia porque sólo un cristiano así representa una real amenaza al reino de las tinieblas.  Pues, sólo los auténticos cristianos pueden cambiar al mundo.
La gente más despreciada por el mundo somos los cristianos que vivimos para Dios; pero, también somos los que ya tenemos por herencia el reino de los cielos.
La persecución del diablo contra nosotros es constante, intensa, sistemática y cruel, pero nosotros debemos gozarnos y alegrarnos porque nuestro galardón es grande en los cielos
Y si así encaramos esta guerra, satanás será derrotado cada vez que lo intente (Mt.4:11 ; 10:22,26,28-32 ; 1Co.10:12-13 ; Hb.12:2-4 Stgo.4:7 ; 1Pd.5:8-10)
Ahora que sabemos que nuestro galardón es grande porque es similar al que han recibido los profetas que fueron leales al Señor hasta el último minuto de sus vidas, no tenemos otra que, permanecer firmes y sobre todo, gozarnos y alegrarnos porque somos bienaventurados
Apocalipsis 18:20 “Regocíjate sobre ella, cielo, y también vosotros, santos, apóstoles y profetas, porque Dios ha pronunciado juicio por vosotros contra ella”

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