Uno de los grandes obsequios de D

  Colosenses 3:1 Siendo, pues, que habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba. 
  Ayer oíste de cinco amigos que perdieron la vida llevando las buenas nuevas de Dios a la tribu huaorani en Ecuador. Vota: ¿Cuál es tu reacción al enterarte de Jim Elliot y sus compañeros?      •      Quiero ser igual que Jim. Háganme una reservación para un vuelo a la selva esta tarde.
      •      Estoy escondido detrás del sillón y no pienso salir hasta que todos en el planeta sean cristianos.
      •      Creo que Jim y sus amigos hubieran estado más seguros participando de una reunión social en una iglesia.
      •      Quiero seguir a Jesús pase lo que pase, ser valiente como Jim sea lo que sea que tenga que enfrentar.
  Es temerario lanzarse de cabeza en una situación que no comprendemos. Es cobarde si lo único que pensamos es quedarnos seguros en casa, no que las
reuniones sociales en la iglesia sean malas. Pero la última opción... esa es la difícil. ¿Quién puede saber a dónde nos llevará Jesús?

  ¿Qué significa si decimos: "Quiero ser valiente"? ¿Qué puede suceder si seguimos a Jesús?

  Jim Elliot y sus amigos no estaban buscando un viaje temprano al cielo. Su meta al llevar el evangelio a los huaorani era dar vida, no muerte. No obstante, fueron llamados a dar su vida. Y, sin duda alguna, ellos y sus familias creían que era un precio digno de pagar!

  Esos misioneros tenían un secreto. Sabían que para los huaorani y para ellos mismos, la vida terrenal no dura para siempre. Pero una relación con Jesucristo sí. Y cambiaron algo temporario por algo permanente. Tal como escribió Jim Elliot en su diario antes de morir: "No es ningún tonto el que renuncia a lo que no puede retener con el fin de obtener lo que no puede perder".

  Estos amigos misioneros no estaban pensando sólo en la tierra. Habían puesto su mente en el cielo. Y sabían que la vida verdadera era con Cristo.

  No podemos retener para siempre nuestra vida ni ninguna de las cosas terrenales. Pero las cosas buenas que Dios nos promete durarán por la eternidad. Jim Elliot y sus amigos tenían su corazón puesto en las cosas que duran. Sabían exactamente dónde los llevaría Jesús. ¿Sabes dónde te llevará a ti?

  Por Josh McDowell

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