Espejito, espejito Salmo 139:14

 Espejito, espejito

 Salmo 139:14 Te doy gracias, porque has hecho maravillas. Maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien. 
  Aquí va algo divertidísimo para que le preguntes a tus padres: "Piensen en cuando eran chicos. ¿Se acuerdan de lo que pensaban al verse reflejados en el espejo? (Había espejos en aquellos tiempos, ¿no?). ¿O cuando miran una foto de cuando eran chicos, ¿en qué piensan?"
  Muchos nos hemos parado frente al espejo y dicho algo así: "Señor, ¡qué mal te fue cuando me hiciste a mí!".
  Quizá eres una chica que tienes que dar vueltas en la ducha para poderte mojar, eres tan flaca que el rocío de la ducha no te alcanza a mojar. O eres un chico y no tienes los músculos que los otros muchachos parecen tener. Cuando de veras empieces a crecer, es posible que ni reconozcas a esa persona reflejada en el espejo. Un minuto tienes un cutis de seda.
Al minuto siguiente te ha salido un gigantesco grano que te ha acaparado la punta de la nariz.
  Escucha bien. No estás solo. Todos hemos tenido momentos tristes al mirarnos al espejo. Pero la verdad es que Dios no comete errores. Él no se equivocó cuando te hizo a ti o a ningún otro. Sea que te creas demasiado alto, demasiado bajo, demasiado grande, demasiado pequeño o aun demasiado feo, Dios te hizo tal cual eres. Él opina que eres perfecto.
  A Dios le encanta la variedad. Por eso es que no hay dos flores exactamente iguales, ni dos copos de nieve iguales ni dos personas idénticas. Él no quiso que fueras como todos los demás porque para él, tú eres alguien que se destaca entre los demás. Te hizo diferente porque mereces ser diferente. Mereces ser interesante y único.
  Claro, tenemos la opción de escoger cómo queremos vernos. No podemos cambiar lo alto que somos, pero podemos controlar cómo llenamos esa altura. Qué comemos (si te comes todos los días una pizza acompañada de un refresco de un litro, eso impactará tu silueta, ¿no?) y cuánto ejercicio hacemos (jugar al ajedrez no cuenta) también tendrá su impacto. Y un médico puede ayudarnos a resolver algunos de los problemas de nuestro peso, cutis y salud en general.
  Pero la fórmula genética básica que vemos reflejada en el espejo es la obra maestra de Dios. Eres especial porque Dios te hizo especial, eres diferente porque Dios te hizo diferente. Si fueras igual que todos, no serías tú.

   
  Por Josh McDowell

   

Comentarios

Entradas populares de este blog

Yo iré delante de ti Isaías 45:2

Promesa de Dios para Hoy_Isaías 46:9-10