Se convirtió en uno de nosotros-Romanos 1.3




Rom 1:3 acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne
Estás en la línea del supermercado, esperando pacientemente mientras la cajera conversa por teléfono. Vota: ¿Cuál titular te tentaría a tomar una revista y leer el artículo?

• "Un científico del gobierno federal informa que todos los padres de familia son seres extraterrestres"
• "Mi hija es de Marte"
• "Muchacho de 10 años recibe de sus padres un millón de dólares por mes"
• "Jesús ha regresado. Vive en Orlando"
Quizá no te sorprendan ninguno de estos titulares. Pero aquí va uno más: "Ser humano es transformado en hormiga".

Este fue realmente el tema de una película cristiana. No, no se trataba de un misionero enviado a predicar a una colonia de hormigas. En realidad, era una parábola sobre cómo Jesús era Dios nacido en la forma de un ser humano.

Al comienzo de la película, un señor y su hijo adulto cuidan un jardín selvático en la cima de una montaña. De la base de la montaña suben gritos muy débiles. El jardinero y su hijo se dan cuenta de que las hormigas al pie de la montaña están viviendo en medio del odio y las guerras. El padre y el hijo anhelan traer paz a la colonia de hormigas, pero deciden que tienen que visitar la colonia usando medios que las hormigas puedan comprender. El hijo del jardinero está dispuesto a dejar el hermoso jardín, bajar a la base de la montaña, y entrar a la colonia de hormigas en la forma de —lo adivinaste— una hormiga.

Esta hormiga singular enseña a las demás hormigas que el jardinero las ama. Muchas escuchan, pero los enemigos del jardinero matan al hijo. Él se levanta de los muertos como una hormiga alada, regresa al padre en el jardín, y a todas las hormigas que creen en él les salen alas como las de él. Ellas extienden el mensaje de amor y paz del jardinero.



Rarísimo, ¿no? Pero muestra lo importante que fue que Jesús viniera a la Tierra como un ser humano como nosotros para hacer que pudiéramos ser parte de la familia de Dios. Si Jesús no hubiera dejado el cielo convirtiéndose en un ser humano, no hubiéramos podido llegar a ser integrantes de la familia de Dios. Su vida, muerte y resurrección vencieron al pecado y abrieron la puerta a una vida nueva por medio de la fe.

Piénsalo: Si Jesús no hubiera entrado en nuestro mundo y brindado el perdón de los pecados, no hubiéramos tenido manera de llegar a ser hijos de Dios.



Por Josh McDowell














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